EL
DÍA EN QUE YO BESÉ A UN SAPO
Una
tarde de verano, iba yo por la playa con mi hermano y le dije que iba
a beber agua a una fuente, cerca del paseo marítimo, que también
estaba cerca de la playa.
Bueno,
el caso es que fui a la fuente mientras él se daba un chapuzón en
el agua.
Al
lado de la fuente vi una charca, era pequeñita y parecía que estaba
formada por el agua que había salpicado de la fuente. Dentro de ella
había un sapo, croando. Entonces lo cogí y vi que tenía una
heridita. Llamé a mi hermano y le dije que viniera a preguntar de
quien era el sapo, porque tenía un collar muy pequeño. Preguntamos
a toda la gente que pasaba y nada, que el dueño no aparecía. El
sapo estaba como muy triste, y le di un beso… ¿Adivináis lo qué
paso? No, no se convirtió en un príncipe ni nada de eso… ¡El
sapo cambió de color!
Yo
me quedé extrañada... ¡El sapo se había vuelto azul cielo! Le di
otro beso y se puso de color rosa... Mi hermano me dijo que lo
lleváramos a un veterinario... a ver lo que le pasaba…
Total,
que lo llevamos y el veterinario nos dijo que tenía un problema un
tanto extraño, coloritismo, cambiaba de color, según el calor,
frío... que tuviera, pero sólo cambiaba con un beso.
Nos
dijo que lo dejáramos allí para ponerle la vacuna antilingüista,
ya que los sapos con coloritis tienden a tener una lengua como la de
un camaleón. Le dijimos que se lo quedara para venderlo, se lo dimos
y allí se quedó.