jueves, 17 de mayo de 2012

NEREA AGUAYO CAÑO                                                                                                  Tutorial


EL DÍA EN QUE YO BESÉ A UN SAPO

Una tarde de verano, iba yo por la playa con mi hermano y le dije que iba a beber agua a una fuente, cerca del paseo marítimo, que también estaba cerca de la playa.
Bueno, el caso es que fui a la fuente mientras él se daba un chapuzón en el agua.
Al lado de la fuente vi una charca, era pequeñita y parecía que estaba formada por el agua que había salpicado de la fuente. Dentro de ella había un sapo, croando. Entonces lo cogí y vi que tenía una heridita. Llamé a mi hermano y le dije que viniera a preguntar de quien era el sapo, porque tenía un collar muy pequeño. Preguntamos a toda la gente que pasaba y nada, que el dueño no aparecía. El sapo estaba como muy triste, y le di un beso… ¿Adivináis lo qué paso? No, no se convirtió en un príncipe ni nada de eso… ¡El sapo cambió de color!
Yo me quedé extrañada... ¡El sapo se había vuelto azul cielo! Le di otro beso y se puso de color rosa... Mi hermano me dijo que lo lleváramos a un veterinario... a ver lo que le pasaba…
Total, que lo llevamos y el veterinario nos dijo que tenía un problema un tanto extraño, coloritismo, cambiaba de color, según el calor, frío... que tuviera, pero sólo cambiaba con un beso.
Nos dijo que lo dejáramos allí para ponerle la vacuna antilingüista, ya que los sapos con coloritis tienden a tener una lengua como la de un camaleón. Le dijimos que se lo quedara para venderlo, se lo dimos y allí se quedó.